Aunque actualmente los tiros de la crítica van por otro lado, se ha dicho mucho sobre las fuentes del teatro de Cervantes y especialmente sobre sus entremeses que, entre muchas cosas más, son una suerte de pequeños mosaicos dramáticos que reescriben multitud de estímulos y referencias de lo más variopinto1
En este sentido, es claro que los entremeses cervantinos también tienen su parte italiana y más precisamente de la Commedia dell’arte (o commedia all’improvviso), cuestión sobre la que se han comentado un puñado de aspectos: amén de un catálogo de similitudes de personajes y temas (Rotta 1976; Maestro 2000Maestro, Jesús G.2000. La escena imaginaria: poética del teatro de Miguel de Cervantes. Madrid-Fráncfort: Iberoamericana-Vervuert., 201-255), se ha señalado la deuda cómico-italiana de los juegos metateatrales (Arboleda 1991Arboleda, Carlos A.1991. Teoría y formas del metateatro en Cervantes. Salamanca: Universidad de Salamanca.), la expresión dialógica en La cueva de Salamanca (Maestro 1998Maestro, Jesús G.1998. «Sobre el diálogo y la Commedia dell’arte en los entremeses de Cervantes: La Cueva de Salamanca». El Extramundi y los Papeles de Iria Flavia 14: 15-44.), ciertas posibles relaciones de La Casa de los Celos con la commedia pastorale (Lewis-Smith 2003Lewis-Smith, Paul. 2003. «La Casa de los Celos y la Commedia dell’arte». Theatralia: revista de poética del teatro 5: 375-383.), la ilusión de improvisación reinante en La entretenida (O’Neill 2016O’Neill, John. 2016. «Improvisation in La entretenida: tracing the influence of Plautus and the Commedia dell’arte on Cervantes». Cervantes: Journal of the Cervantes Society of America 36 (1): 11-37.), algunas similitudes teóricas del discurso cervantino sobre la buena comedia (I, 47) (Vescovo 2017Vescovo, Piermario. 2017. «Discorso sull’Arte». Anuario Lope de Vega: texto, literatura, cultura 23: 203-228. 10.5565/rev/anuariolopedevega.207) y el regusto italiano de la poética teatral de «simple stage» de Cervantes (Burningham 2022Burningham, Bruce. 2022. «Cervantes and the simple stage». En Drawing the curtain: Cervantes’s theatrical revelations, editado por EstherFernández y Adrianne L.Martín, 17-41. Toronto: University of Toronto Press.), junto con –en otro orden de cosas– un montaje contemporáneo de un entremés con mucho de máscara italiana (Algaba Granero 2017Algaba Granero, Aroa. 2017. «Entremés y Commedia dell’arte: El viejo celoso a través de la máscara (la versión de Veneziainscena)». Anagnórisis: Revista de Investigación Teatral 15: 44-67.)2
Amén de la etapa italiana de Cervantes (bien resumida en Cannavagio 2015Canavaggio, Jean. 2015[1986]. Cervantes, traducido por MauroArmiño, 5.ª ed. Madrid: Espasa Calpe., 69-99) como puerta abierta a la relación directa con actores, compañías y espectáculos, la Commedia dell’arte contaba con la baza de un contacto en casa durante el último cuarto del siglo xvi gracias a la circulación de compañías de cómicos (capitaneados por Ganassa y los Gelosi) con su repertorio de textos (Falconieri 1957Falconieri, John V.1957. «Historia de la Commedia dell’arte en España». Revista de Literatura 12 (23-24): 3-37 y 69-90.; Arróniz 1969Arróniz, Othón. 1969. La influencia italiana en el nacimiento de la comedia española. Madrid: Gredos.; Froldi 1996Froldi, Rinaldo. 1996. «I comici italiani in Spagna». En Origini della commedia improvvisa o dell’arte, 273-289. Roma: Torre d’Orfeo.; y Ojeda Calvo 2007Ojeda Calvo, María del Valle. 2007. Stefanello Botarga e Zan Ganassa: scenari e zibaldoni di comici italiani nella Spagna del Cinquecento. Roma: Bulzoni. y 2018Ojeda Calvo, María del Valle. 2018. «The Iberian Peninsula». En Commedia dell’arte in context, editado por Christopher B.Balme, PiermarioVescovo y DanieleVianello, 89-97. Cambridge: Cambridge University Press., entre otros), así como la influencia mediada a través de Lope de Rueda (Oliva 1988Oliva, César. 1988. «Tipología de los lazzi en los Pasos de Lope de Rueda». Criticón 42: 65-79.), que tanto admiraba Cervantes3
Dicho esto, me centro en La guarda cuidadosa (2020Cervantes, Miguel de. 2020. Entremeses, editado por Adrián J.Sáez. Madrid: Cátedra., fechada en 1609-1614) de Cervantes, que es un ejemplo óptimo porque parece ser la «maravillosa resurrección de un cuarto de hora de vida de España vista por el lado empequeñecedor del anteojo» como decía con su elegancia característica Márquez Villanueva (1965Márquez Villanueva, Francisco. 1965. «Tradición y actualidad literaria en La guarda cuidadosa». Hispanic Review 33 (2): 152-156., 152), pero, gracias a una experiencia vital en primera persona (García Lorenzo 1976García Lorenzo, Luciano. 1976. «Experiencia vital y testimonio literario». Anales Cervantinos 15: 171-180.), tiene mucho de parodia de las relaciones soldadescas tan en boga en la época (Sáez 2023Sáez, Adrián J.2023. «“Un revés de un memorial”: la parodia de las relaciones de soldados en La guarda cuidadosa de Cervantes». eHumanista 54: 538-548. Accessible en: <https://www.ehumanista.ucsb.edu/sites/default/files/sitefiles/ehumanista/volume54/54b/ehum54.h.saez.pdf>. y 2024Sáez, Adrián J.2024. Las letras de las armas: Cervantes y las vidas soldadescas. Huelva: Universidad de Huelva. Accessible en: <http://www.uhu.es/revista.etiopicas/anejos/Lasletrasdelasarmas.pdf>., 92-98) y comprende varias piezas literarias: el debate entre el fanfarrón moderno y un sacristán donjuanesco recicla en clave cómica el clásico debate del caballero y el clérigo, añade otra galería de modelos folclóricos y tradicionales (la criada melindrosa, un zapatero malicioso, etc.) de larga vida entremesil (Cotarelo 1915Cotarelo, Armando. 1915. El teatro de Cervantes: estudio crítico. Madrid: Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos., 635-649), algo de Lope como blanco de una pulla al paso («me parecen de Lope, como lo son todas las cosas que son o parecen buenas», 1705
1. Los papeles de los que tanto presume el soldadito para convencer al amo de la criada Cristinica de que es el mejor partido son –según se ha dicho– un reflejo de una práctica contemporánea (la escritura y exhibición de documentos compuestos con memoriales de méritos y servicios) que Cervantes conocía al dedillo como un estupendo recurso cómico para criticar ciertos excesos de la poética soldadesca: así, la redacción de una carta de amor en el «revés de un memorial» (161-162) es tanto un eco de una práctica de escritura del momento (Castillo Gómez 2004Castillo Gómez, Antonio. 2004. «Hojas embetunadas y libros en papel: escritura y memoria personal en la España moderna». Horizontes antropológicos 10 (22): 37-65. 10.1590/S0104-71832004000200003) como el inicio de un proceso de desmontaje ridículo, que prosigue con el intento de empeño del «antojo» (o tubo de hojalata) donde porta los textos como fianza por los zapatos de su amada (169) y la negociación con el amo de la criada.
Para tratar de ganarse el beneplácito del señor, el soldadito cuidadoso exhibe con orgullo un manojo de documentos:
Pues lléguese vuesa merced a esta parte y tome este envoltorio de papeles; y advierta que ahí dentro van las informaciones de mis servicios, con veinte y dos fes de veinte y dos generales, debajo de cuyos estandartes he servido, amén de otras treinta y cuatro de otros tantos maestres de campo, que se han dignado de honrarme con ellas (172).
Sin embargo, por mucho que se esfuerce por defender su valía y sus aspiraciones (castellano de una plaza «en el reino de Nápoles», 172), no le vale de nada porque el amo se percata rápidamente del disparate («no ha habido, a lo que yo alcanzo, tantos generales ni maestres de campo de infantería española de cien años a esta parte»), se niega a ver los memoriales («Yo los doy por pasados y vistos») y finalmente dice que no le importa nada de las «relaciones» del soldado (172) y lo acusa de estar loco («de los cascos», 173).
Pues bien, una escena similar de negociación papelera y prepotente se da entre el capitano Trasimaco y Pardo (padre de la dama de la comedia) en La sorella (1604, pero escrita en 1591-1598) de Giovan Battista della Porta, un humanista poliédrico con el que ya se ha conectado a Cervantes por otros motivos7
Trasimaco. E vo’ che veggiate che conto tengono di me i principi del mondo: ho pieno il petto, i calzoni e le valiggie di lettere che mi mandano. Ecco quella, a punto, del Gran Turco: All’illustrissimo e strenuissimo cavaliero, il capitan Trasimaco de’ Sconquassi, mio carissimo amico e generalissimo delle mie genti. Ecco quella del re Filippo: Al venerabilissimo e stupendissimo capitan Sconquasso de Sconquassi de’ Squassamenti, mio lugartiniente e general de’ miei esserciti. Ecco quella del re di Francia: Al mio amatissimo colonello e maestro, sotto il quale ho imparato la milizia. Ecco quella de veneziani e di altre republiche, ch’io non ne tengo conto; ed io non son uomo di bugie, ma m’è cara la verità.
Pardo. È tanto cara che la serbate per voi, né ve ne cavarebbe una di bocca quante tanaglie ha il mondo.
Trasimaco. Però non bisogna dar credito a’ furfanti; e volendo informarvi chi sia, andate in Persia e dimandate di me, che feci nella guerra fra Turchi e Persiani. Andate in Tartaria e dimandate al Gran Can, andate al Giappone e dimandatene il re Quabacondono, gite nell’Indie del Mexico, in Temistitan, e dimandate alli caccichi Abenmuchei, Anacancon, Aguelbana, Comogro, Ciapoton, Totonoga e Caracura ed altri ed altri. Così saprete chi sono.
Pardo. Mi vo’ partir or ora per cotesti luoghi, e come mi sarò informato, tratteremo del matrimonio. A Dio (III, vi, 36-57).
Se mire como se mire, es una bravuconada absurda: aunque se pueda pensar en un curriculum de mercenario, la acumulación de cartas de tres de los reyes más importantes del panorama coetáneo y otras instituciones («de veneziani e di altre republiche») que vivían enfrentados los unos a los otros, junto con la invitación a pedir referencias en lugares lejanos (Persia, Tartaria, Japón, México) con un vocabulario de resonancias cómicas, convierte todo el pasaje en una exhibición tan hiperbólica como ridícula8
De hecho, ya de entrada Trasimaco presume de ser «cavaliero da tutti i quarti» con parientes que son todos «croci di Malta, di Santo Stefano, di San Giacomo e di Calatrava» (III, vi, 27-29) para mostrarse con todo el prestigio del mundo posible como el marido ideal para Sulpizia y, tras el despecho de Pardo, le disculpa por su vejez y presume neciamente de tener propuestas matrimoniales de «regine», la «figlia» del Gran Turco y otro grupo de poderosos (III, vi, 58-67). Como en La guarda cuidadosa, no le vale para nada, porque –luego de mil y una peripecias con incestos y anagnórisis de por medio– la joven Sulpizia (que en verdad se llama Cleria) acaba felizmente emparejada con Erotico.
Así, en esta comedia el capitano es más un amante ridículo que sale malparado antes que un fanfarrón clásico según advierte Ojeda Calvo (1995Ojeda Calvo, María del Valle. 1995. «Nuevas aportaciones al estudio de la Commedia dell’arte en España: el zibaldone de Stefanello Botarga». Criticón 63: 119-138., 126), un retrato que Cervantes declina a su manera en La guarda cuidadosa, con un soldadito que se comporta como el perro del hortelano y apuesta todo a la carta de sus papeles militares9
2. El otro momento italiano se encuentra ya casi al final de la discusión y de La guarda cuidadosa, cuando el ama interrumpe la disputa in crescendo y se sorprende de que todo sea «por Cristinica», lo que lleva a un diálogo anfibológico sobre la posible «deshonra» de la criada (como ‘encuentro sexual’ e ‘injuria’)11
Ella. ¡Mirad con qué poca vergüenza lo dices! Y ¿hate deshonrado alguno dellos?
Cristina. Sí, señora.
Ella. ¿Cuál?
Cristina. El sacristán me deshonró el otro día, cuando fui al Rastro.
Ella. ¿Cuántas veces os he dicho yo, señor, que no saliese esta muchacha fuera de casa, que ya era grande y no convenía apartarla de nuestra vista? ¿Qué dirá ahora su padre, que nos la entregó limpia de polvo y de paja? Y ¿dónde te llevó, traidora, para deshonrarte?
Cristina. A ninguna parte, sino allí, en mitad de la calle.
Ella. ¿Cómo, en mitad de la calle?
Cristina. Allí, en mitad de la calle de Toledo, a vista de Dios y de todo el mundo, me llamó de sucia y de deshonesta, de poca vergüenza y menos miramiento y otros muchos baldones deste jaez, y todo por estar celoso de aquel soldado.
Amo. Luego, ¿no ha pasado otra cosa entre ti ni él, sino esa deshonra que en la calle te hizo?
Cristina. No, por cierto, porque luego se le pasa la cólera.
Ella. El alma se me ha vuelto al cuerpo, que le tenía ya casi desamparado (176-177).
Pues bien, este lance conecta con un tipo de lazzi (breve escena cómica de la Commedia dell’arte con mucho de lucimiento gestual y gran autonomía que suele presentarse muy brevemente y puede combinarse al gusto en secuencias, similar a un moderno gag)12
Alberto. Di’ sù, furfantella, vè altro, che questo abbracciamento ch’io ho veduto? Di’ sù, fa’ presto, non occorre fare il viso lungo, e ’l viaggio del gambero con l’andar indietro. Di’ sù, ché te lo ficco, ve’?
Prudenza. Uh? Non fate.
Fulgenzio. Lo dirà, lo dirà, signore.
Alberto. State cheto voi, meser Cicciapottolo nell’agresto! Di’ sù, v’è altro?
Prudenza. Signor sì.
Alberto. Che cosa, un bacio?
Prudenza. Signor sì.
Alberto. Altro?
Prudenza. Signor sì.
Alberto. Che cosa, un toccamento di tette?
Prudenza. Signor sì.
Alberto. V’è altro?
Prudenza. Signor sì.
Alberto. Che cosa?
Prudenza. M’ha fatto la gambaruola.
Alberto. La gambaruola? Or sù, so il rimanente: ella è caduta, lui gli è caduto sopra e l’ha impregnata. A porca, a stacciata! La voglio ammazzare.
Fulgenzio. Eh no signore, pungavi più la pietà figliale, che punger ella non procura di ferro acuto le proprie carni sue.
Prudenza. Deh caro padre, se pur brama di ferirmi, ond’io ne muoia, il ferro, che dal fianco io tolsi a Fulgenzio, sia quello che mi ferisca, che m’uccida, ché contenta morrò per mezo delle cose sue.
Alberto. O temeraria, e mi burli? credi che non intenda questo anfibologico tuo parlare? Or che tu brami per lo pugnale di Fulgenzio morire, Fulgenzio voi, che sapete doprare il vostro pugnale, poi che i giovini sempre l’hanno in mano, a voi tocchi a far quel colpo che al presente a costei tanto piace.
Fulgenzio. Non sia mai vero, ch’io debba dar la morte a chi è la vita mia.
Alberto. Eh? Che non m’intendete.
Prudenza. L’intendo ben io, signor padre.
Alberto. Sì? O come la donna è saggia, quando si parla del suo interesse. Or sù, perché voglio più come padre perdonare, che come adirato vendicare, vi perdono. Abbracciatevi, baciatevi (V, 6).
Como puede verse, el diseño es muy similar en las dos piezas: dentro de un lance de tensión amorosa (un encuentro a escondidas, una trifulca entre pretendientes), llega otro personaje que se sorprende ante la situación (el padre que explota de ira, el ama que se escandaliza) y se preocupa de que el amor haya llegado a mayores (el encuentro carnal), por lo que dispara una retahíla de preguntas equívocas de doble valor erótico que tienen mucho de comicidad y –aunque parece rozarse la tragedia– el peligro es inexistente porque se trataba de una nadería («la gambaruola», ‘zancadilla’, y una «deshonra» verbal) y todo acaba bien (con el perdón paterno y la tranquilidad del ama, tras la que llegará la elección libre del sacristán y el happy ending). Entre uno y otro hay una labor de suavización del erotismo, pues el interrogatorio detallado (del «bacio» al «toccamento di tette») y la amenaza del descubrimiento de una relación encubierta con embarazo de regalo (como se entiende la zancadilla in malam partem) y la bendición final se cambian en una preocupación genérica por la «deshonra» pública que se desvanece velozmente como cosa banal y ridícula, de modo similar a la reescritura habitual de las novelle en España, por cierto.
Pese a la espinosa cuestión cronológica, repito que no he encontrado este tipo de escenas burlescas en otros entremeses coetáneos (a partir de la colección de Cotarelo y Mori 1911Cotarelo y Mori, Emilio. 1911. Colección de entremeses, loas, bailes, jácaras y mojigangas desde fines del siglo xvi a mediados del xviii. Madrid: Bailly-Baillière, 2 vols.), por lo que se puede apostar por una relación italiana para ambas escenas de La guarda cuidadosa: más precisamente, se puede considerar una conexión con fórmulas conocidas y típicas (los lazzi) que Cervantes pudo conocer en algún momento tanto en Italia como en España y que han sobrevivido formuladas en sendas comedias de Della Porta y Andreini.
Sea como fuere, en general Cervantes maneja estos lances italianos con libertad y con un ojo puesto en su tiempo, para añadir una cierta dimensión crítica en medio de las burlas, pues en su obra «siempre hay una reflexión detrás de cada sonrisa», según sabias palabras de García López (2023García López, Jorge. 2023. «Paratextos y prólogos cervantinos: la creación de un personaje». En El discurso paratextual en la novela corta del Barroco, editado por IgnacioGarcía Aguilar y RafaelBonilla Cerezo, 59-72. Madrid: Sial., 69): así, en el caso de La guarda cuidadosa se trata de una reescritura genérica e ideológica con la que dispara contra la hipérbole pomposa de los textos autobiográficos soldadescos y, más de pasada, ataca –con una carga ridícula– la preocupación obsesiva por la honra, que luego hace saltar por los aires de una vez por todas en La cueva de Salamanca.
Así las cosas, se comprueba que La guarda cuidadosa no es solo –ni realmente– una estampa de vida cotidiana porque en verdad es un entremés que cifra mucha literatura. Esta es justo la magia de Cervantes: hacer pasar por real (o verdadero) un puzle de piezas textuales (documentales y ficcionales) como quien no quiere la cosa.