Anales Cervantinos 56
ISSN-L: 0569-9878, eISSN: 1988-8325
https://doi.org/10.3989/anacervantinos.2024.595

Ruffinatto, Aldo. Diálogos cervantinos (desde la intertextualidad). Madrid: Pigmalión, 2022, 282 pp.

 

Como esclarece Carlos Alvar en su prólogo, el ensayo de A. Ruffinatto es el fruto de «tres décadas de trabajo, de dedicación, de adquisición de conocimientos. Es evidente que estamos ante una obra de madurez intelectual» (p. 14). Muy lejos de cualquier forma de servilismo hacia el dialogismo bajtiniano, el dialogismo que exploran los Diálogos cervantinos (desde la intertextualidad) se puede entender como un diálogo con las múltiples maneras de entender la intertextualidad, es decir, como una reflexión metacrítica y también –es importante decirlo– pedagógica sobre las formas y las funciones del dialogismo cervantino.

El primer capítulo (pp. 25-73) estudia la Segunda parte de Don Quijote como “diálogo autorreferencial” con la primera parte y con la segunda apócrifa. De acuerdo con esta intertextualidad doble, se recuerda que don Quijote y Sancho «no aspiran en ningún momento a la atrevida calificación de ‘seres reales’» (p. 32). A. Ruffinatto muestra así que los personajes del libro se pueden estudiar desde su competencia narrativa en forjar una acción dotada de interés literario o desde su competencia metarrativa, de reflexión sobre la literatura. En este último caso, don Quijote y Sancho tratan de definir su viaje como una empresa épica, pero se da la paradoja de que, pese a que Sansón y los duques intenten rebajar esta pretensión, el resultado de su acción acrisola en realidad la concienciación para los lectores de la andadura profundamente heroica de la acción de los dos manchegos.

El segundo capítulo (pp. 75-102) pone el énfasis en otro tipo de dialogismo esencial en el arte de Cervantes: el que enlaza sus obras con las de Lope de Vega. Convocando los múltiples subtextos posibles de la historia trágica de Ruperta, A. Ruffinatto subraya la trascendencia de su happy end por el cual pasa de tragedia a comedia “minotáurica”. A la luz del desenlace feliz y de la caja llevada por el viejo enlutado (esa caja que encerraba la cabeza embalsamada del primer amante de Ruperta), la metamorfosis del relato de venganza en historia de amor podría plasmar el cambio poético de Cervantes, que, de comediógrafo trágico pasó a escribir comedias de “arte nuevo”, arrinconando sus viejas piezas en un cofre condenado al “perpetuo silencio”.

Fundamental es el tercer capítulo (pp. 103-140). En él, A. Ruffinatto se fija en el ambicioso proyecto del “gallardo peregrino” del Persiles (IV, 1): este nuevo curioso impertinente viaja en busca de frases hechas para componer una Flor de aforismos peregrinos. Si, bien tomados independientemente, los adagios tienen una relevancia incuestionable, su inserción o contextualización diegética permite que los lectores interroguen su veracidad práctica. Naturalmente, Luisa, la moza de Talavera, puede afirmar que más vale mujer «mala con esperanza de ser buena que buena con propósito de ser mala», pero, recuerda Ruffinatto: «la tal Luisa en todas sus apariciones no había manifestado nunca ni la capacidad de discernir entre el bien y el mal, ni mucho menos el propósito de ser buena» (p. 110). El profesor aboga, por tanto, por una interesante hermenéutica entrópica cuando los narradores cervantinos sueltan aforismos. Proponiendo una exégesis parecida a la de Javier Blasco en su conocido «Estudio preliminar» a las Novelas ejemplares, Ruffinatto insiste para que los lectores modernos no se dejen engañar por «la calidad de la sentencia y su segura pertenencia a un mundo de valores consolidados»: las dos quedan sometidas “a un proceso de degradación” que no podían dejar de advertir los discretos lectores del momento.

El cuarto capítulo (pp. 141-192), que rechaza la relación entre el Orlando furioso y las obras de Cervantes en términos de hipo- e hiper-textualidad, de modelo y deudas, prefiere concebirla desde la perspectiva abierta del comparatismo o “diálogo circular”. Con valor heurístico y metodológico, este planteamiento tiene la inmensa ventaja de no subordinar el sentido de los textos cervantinos al del ferrarés, abriendo, además, la circulación literaria a otros “dialogantes”, como los que encarnan las comedias de Lope de Vega (pp. 185-188). Renovando la mirada, A. Ruffinatto rompe con el prisma procervantista mostrando que, si comparamos la historia del caballero del Po con la de Anselmo, el “curioso impertinente”, la esposa del primero «es acogida con todo favor en casa del rival de su marido y saborea con él el placer y la venganza», mientras que la esposa cervantina tiene que encerrarse «en un convento (es decir, en la antecámara de la muerte) y, paralelamente, tanto el marido, como el amante encuentran la muerte con breve distancia uno del otro»: «por un lado, el lado de Ariosto, se sitúa la “vida” (perfectamente difundida a través de la dimensión irónica); por otro lado, el cervantino, se coloca la “muerte” (como consecuencia de la inversión de valores planteados por Ariosto)».

El último capítulo propone un quinto método analítico, muy sugerente y útil para los cervantistas. Emprendiendo un auténtico trabajo metacrítico, A. Ruffinatto pasa revista a las distintas exégesis del episodio de Feliciana de la Voz (Persiles) para entender la relevancia de los distintos materiales culturales que manejaban: la intertextualidad, la historia, la leyenda mítico-histórica y la autobiografía cervantina. Proponiendo una apasionante “Tabla de relaciones dialógicas” (p. 198), el estudioso viene a fijarse en la posible importancia de los descuidos de la secuencia cervantina.

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Con esta propuesta que recupera las indicaciones de José Manuel Martín Morán (El Quijote en ciernes), Ruffinatto apunta a un posible infratexto, a un “estado textual diferente” que el estado final del Persiles editado reflejaría de forma residual. Insistiendo así en el no reconocimiento del hijo por Feliciana, el ensayo indaga sus posibles explicaciones. Metodológicamente, el último capítulo de Diálogos cervantinos es modélico, pues invita a adoptar una postura exegética inclusiva. En vez de excluir las interpretaciones múltiples, A. Ruffinatto descubre cómo su reunión (por supuesto, jerarquizada) es fructífera para conseguir una comprensión de la secuencia que no deja de lado el ángulo de la recepción (p. 243). Para los contemporáneos de Cervantes, en efecto, la ubicación extremeño-religiosa, la paradójica anti-anagnórisis, la lectura alegórica de los “misterios” de la historia, la materia ovidiana del mito de Mirra (y subrepticiamente de la historia de Cauno) y algunas comedias de Lope, todas convergen para que el sentido literal de algunos indicios sobresalga poderosamente y oriente debidamente la lectura profunda del episodio. Con razón, el hijo de Feliciana no se parece solamente a su madre…

En suma, A. Ruffinatto no solo propone un trabajo iluminador sobre la escritura y la lectura de las obras de Miguel de Cervantes. También abre la investigación sobre las mismas hacia nuevos métodos exegéticos inteligentes y, me parece, eficaces. Si la prosa cervantina se moldeó gracias a fértiles “diálogos” con la realidad humana y la literaria, los Diálogos cervantinos (desde la intertextualidad) invitan a seguir a A. Ruffinatto como a un Lazarillo, este sí digno de confianza, y que, en vez de cegarnos los ojos, ayudan a recuperar la vista, a abrirla a una gran complejidad textual y hermenéutica.